La ley de la libertad
Es un hecho irrefutable nuestro rechazo hacia los imperativos, frases como:
“no hagas esto, haz lo otro” nos pueden irritar, y nos molesta muchísimo más
los imperativos negativos, cuando se nos prohíben cosas. Si nos fijamos bien,
la gran mayoría de los 10 mandamientos [1] aparecen en forma negativa, de los
10 apenas 2 mandamientos son positivos: Acuérdate
del día de descanso… y Ama a tu padre
y tu madre…. Entonces, 2 mandamientos se podrían ver como ordenes, los 8
restantes son como prohibiciones al iniciar con un “NO”. Y que produce una
prohibición? Produce casi automáticamente las ganas de hacer lo que te están
prohibiendo. Pero, es curioso que nos molesten tanto las prohibiciones cuando
una prohibición deja una margen de acción mucho mayor que una orden.
Observando los orígenes encontramos la primera prohibición, en el Edén
había un árbol prohibido, lo cual deja a miles de árboles permitidos, un solo
camino prohibido y muchos permitidos. Dios quería que el hombre no decida comer
del fruto del conocimiento del bien y del mal [2], que no saborease el mal. Y
porque del bien y del mal? Porque el bien ya lo conocía, Dios nos hizo con el
bien ya hecho.
En el Edén, Dios prohíbe una cosa, una sola acción; le da una libertad
gigantesca ante una prohibición realmente pequeña. Sin embargo, como el hombre
percibe esta prohibición divina? La percibe como una limitación inaceptable, y
ahí nos podemos dar cuenta un poco hasta qué punto el pecado es irracional,
ilógico y absurdo. El tentador quiere que el hombre interprete una libertad
gigantesca como si fuese una esclavitud total. Adán y Eva van a ser capaces de
oponerse a Dios por la única prohibición que él les impone, o mejor dicho, una
prohibición que Dios les propone.
Muchas veces, no nos damos cuenta que las prohibiciones son precisamente
las que nos permiten ejercer nuestra libertad con menores riesgos. Prohibición,
en cierto sentido, es casi bíblicamente sinónimo de libertad, la libertad
nuestra y la de los demás. Porque una libertad es solamente interesante en la
medida en que nos protege para una vida mejor.
De los 10 mandamientos, quitando los 2 positivos, en realidad los otros 8
mandamientos no contienen ni un solo imperativo; somos nosotros los que lo
vemos así. Vuélvelos a leer, están redactados con un indicativo: No tendrás dioses ajenos delante de mí…
[3], No te harás imagen… [4], No tomarás el nombre del Señor en vano…
[5], No matarás… [6], No adulterarás… [7], No robarás… [8], No mentirás… [9], No
codiciarás… [10]. Son indicativos y además futuros. Por qué? Aparentemente hay una primera razón
gramatical. En hebreo se puede decir muy bien “haz esto”, pero en los negativos
se prefiere utilizar lo que en hebreo se llama, un imperfecto, es decir, una
forma de algo que todavía no está realizado, una posibilidad de acción, que
está bien traducida en castellano por un futuro.
En el texto bíblico las órdenes son inmediatas: Acuérdate de descansar el sábado… [11], honra a tus padres… [12]. Pero las prohibiciones no son inmediatas,
no dicen “No hagas esto”, dice “Tú no harás eso”; se sitúan en el futuro y es
evidente que un futuro es una forma mucho más amplia. La forma futura indica
que Dios no me está imponiendo nada, Dios espera que no realice cierta acción.
El texto bíblico nos dice: “cuando alguna vez se te ocurra tomar este camino,
espero que no lo hagas, o mejor aún, ¡será fantástico!, no lo harás.
Significa que los 10 mandamientos, no nos atan de pies y manos con órdenes
y prohibiciones, como el mismo tentador siempre ha pretendido que entendamos.
Dios no nos trata como un dictador o como un déspota, sino que desea y espera
que nuestra conducta un día sea correcta. Me resulta alentador descubrir, que
Dios se dirige a mí con mandamientos de una manera tan interesante. Que no me
trata como a un desobediente ni como a una persona inmadura a la que no tiene
más remedio que imponer cosas porque no sabe cómo comportarse, sino que me
alienta; me encanta ver que Dios me trata como un ser libre que es capaz de
obedecer. Él me hace saber que su relación conmigo, lo que él me propone, no
son ordenanzas y prohibiciones, sino que me propone el ejercicio de mi voluntad
libre, en la opción del bien.
Dios no me esta exigiendo nada
ahora; está abriendo un camino de futuro en el que un día no mataré, ni siquiera
en pequeñas dosis, como matamos nosotros, ofendiendo a la gente o dándole
disgustos. No mataré a plazos como dice muy bien Jesús [11], el que insulta, o
denigra, o desprecia a otro ya lo está matando en pequeñas cantidades.
Si bien
los 10 mandamientos contiene lo que Dios me pide hoy, me recuerda a la vez,
precisamente por estar redactado en futuro, lo que Dios me promete para mañana.
Por eso amigo, nunca debes desesperarte si vuelves a caer en el
cumplimiento de algún mandamiento, no te desanimes. Los mandamientos han sido
dados para nosotros no para que desesperemos, sino para que confiemos en la
gracia, y el hecho de que estén en futuro es que, si yo esta vez no he podido,
con la ayuda de Dios la próxima vez podré. Por lo menos Dios espera, Dios cree
en la posibilidad, Dios cree en que un día este mandamiento yo podré
realizarlo.
Referencias:
[1] Deuteronomio 5
[2] Génesis 2:9
[3] Éxodo 20:3
[4] Éxodo 20:4
[5] Éxodo 20:7
[6] Éxodo 20:13
[7] Éxodo 20:14
[8] Éxodo 20:15
[9] Éxodo 20:16
[10] Éxodo 20:17
[11] Mateo 5
[Artículo basado en
el libro:
La función de la ley
en la teología de la gracia. Roberto Badenas. 2004]
Enviado por: Danny Hernán Z. C.